Temper(n)ature. Un artefacto cultural para un paisaje atemperado
Irene Domínguez SerranoZagreb, es una ciudad de secuelas, terremotos, vacíos y objetos obsoletos. Proliferan industrias abandonadas, dando lugar a especulaciones, a destrucciones masivas, a una pérdida de patrimonio. En 1880, la ciudad es sacudida por el “Gran Terremoto”, con su epicentro en la montaña Medvenica. Al final de la calle Ilica, en un eje a los pies de la montaña, se construye la primera Fábrica de Ladrillos que reconstruiría la ciudad.
Sus creadores, la familia Müller, reinvirtieron los ingresos generados con su apertura en la ciudad, detonando la aparición de una serie de artefactos culturales a lo largo del eje, hoy muchos transformados, otros desaparecidos. Al mismo tiempo, en 2004, se produce el cierre de la Fábrica, y en 2021, el derribo de sus chimeneas.
Se propone recuperar su legado histórico, reclamando la vigencia patrimonial y cultural de lo que hizo por Zagreb mediante una nueva dotación cultural que ponga en valor la arquitectura post-industrial.
Aprovechando los antiguos hornos-túnel Hoffmann de la fábrica de secado de ladrillos se conducen, en una intervención a escala arquitectura-paisaje, los vientos predominantes al interior mediante captadores. Una instalación subterránea a 2 metros, obteniendo un aire atemperado a 16°C todo el año.
Una máquina térmica en una búsqueda por la eficiencia, el confort y la reducción de combustibles fósiles. De las perforaciones por las que se introducía el carbón, ahora nace un bosque de tubos que ascienden, pinchando la cara inferior de los seis nuevos espacios, climatizándose de forma gradual, introduciendo a la arquitectura en una circularidad.