Nuevo Museo Munch

El nuevo museo Munch no se centra únicamente en la salvaguarda de un patrimonio fundamental de la cultura noruega, sino que nace como oportunidad única para desarrollar un concepto contemporáneo de museo nutrido de trascendental rol urbano como elemento cohesivo de la comunidad, no solo de la ciudad de Oslo, sino de toda la nación.
Su recorrido ascendente conecta el espacio público cubierto del vestíbulo, que aloja usos lúdicos, culturales y de reunión, con las terrazas y el observatorio de la cubierta, ofreciendo en paralelo al descubrimiento de la obra de Edvard Munch los diferentes estratos históricos de la ciudad: desde el puerto vikingo fundacional, asentado originalmente a la cota del vestíbulo, hasta el gran pacto del siglo XXI con la naturaleza, en respeto por las montañas circundantes que se descubren desde la última plataforma.
Este gesto de concebir el sistema vertical de comunicaciones como un espacio público/ mirador vertical es la esencia del carácter heterodoxo que supone desarrollar un museo en altura. En este recorrido, el público descubre otro tipo de estancias (salas de restauración, dependencias administrativas, la biblioteca o el centro educativo) que registran la complejidad programática y superan la idea convencional del museo como un conjunto de salas que se visitan y una serie de dependencias invisibles en las que se gestiona la institución.
El edificio responde a una exigente implicación en los aspectos energéticos y de sensibilidad medioambiental que demanda el público noruego a partir de una concepción holística en la que estructura, instalaciones y construcción operan colaborativamente bajo el concepto Passivhaus. La menor huella de carbono posible junto a la sostenibilidad, reciclabilidad y mínimo mantenimiento son parte de este ideario.
Las cimentaciones submarinas y los enormes encofrados deslizantes, las fachadas terminadas en aluminio perforado con diferentes grados de transparencia o los vidrios térmicos triples con gas interpuesto —ensayados aquí por primera vez— conforman el sistema de ecuaciones de un proceso constructivo que pasa a convertirse en un acontecimiento en sí mismo centrado en la experimentación y la innovación.
El Munch es ya un centro esencial de la escena contemporánea noruega, con públicos diversos que acuden periódicamente atraídos por un programa con gran variedad de formatos. Su intensa actividad ha desplazado el centro de gravedad de Oslo al encuentro de la ciudad con el fiordo, refundando, por medio de la arquitectura y la fuerza de la sociedad civil, el asentamiento que dio origen a la ciudad.