Bienal Española de Arquitectura y urbanimo
Obras — Premiado

The Dark Line

mICHELE&mIQUEL Michèle Orliac & Miquel Batlle + daVISION DESIGN Chung-Hsun WU Sandiaoling, Ruifang District, New Taipei City, Taiwan
Promotor/es: Public works departemente, New Taipei City Goverment - 220242 Taipei Taiwan
Colaboradores: Jerôme Lanche, Maria Fandiño, Giovanna Bartholeschi, Jean Orliac, Grégoire Orliac, Denis Wanders, Adrià Fenoll
Otros técnicos: Diseño iluminación, ARTEC 3 STUDIO. Ingeniería geotecnia, GEOLITHE. Ingeniería estructuras, YU SHENG engineering. Estructuras tunnel Consultant, SINOTECH engineering. Ingeniería Electricidad, YUAN DIAN engineering
Constructora: Dao Tian Construction Co.
Superficie construida (m2): 3.000
Fotografía: LU Yu-Jui, mICHELE&mIQUEL

En 2018 se convocó un concurso para crear una ruta de senderismo entre Mudan y Sandiaoling (Taiwán) que incluyera dos históricos túneles ferroviarios y una nueva conexión para reemplazar el antiguo puente sobre el río Keelung, que había sido arrastrado por las inundaciones.
En la respuesta se optó por una opción clara: preservar el paisaje posindustrial en su espesor histórico y ecológico, con todos los cambios atmosféricos, acústicos, cromáticos y luminosos que el paso del tiempo había producido a lo largo de ese recorrido y que son el corazón de la intervención. Sin embargo, era necesario realizar intervenciones señaladas para reabrir el recorrido al público, al tiempo que el reto prioritario consistía en ocultar los esfuerzos del proyecto y de la obra para que la antigua infraestructura y el paisaje hablaran por sí solos.
La primera elección fue el material. El hierro construye un nuevo ferrocarril. Las barras corrugadas de acero de 16 mm de diámetro son la materia visible; los huecos entre las barras descubren la poderosa acción de la naturaleza, que revela las rocas y el limo en los túneles y la vegetación exuberante en el desfiladero. Al estirarse y plegarse gradualmente, dibujan todos los elementos del mobiliario, desde barandillas, bancos o aparcabicis a puntos kilométricos.
Para amoldarse a la compleja configuración del lugar, el proyecto aprovecha las condiciones específicas de la construcción en Taiwán. Las pymes del país, en la frontera entre la industria y la artesanía, son capaces de producir eficazmente y en serie o de realizar un trabajo de «alta costura» en el sitio. En los túneles, se explora la profundidad del suelo y su penumbra cavernosa. En la primera galería subterránea, la iluminación artificial baña la bóveda y el suelo, guía los pasos de los visitantes y revela, bajo la trama de acero, las variaciones de la superficie original: balastro, rocas, limos, meandros de agua. La luz llega sin fuerza al punto más alto de retorno del túnel, del que cuelgan murciélagos.
Tras esta galería subterránea se llega al pie de un pozo vertical inundado por luz natural. Los rayos de sol se filtran hasta la roca a través del follaje de los árboles suspendidos; en contacto con los vapores que exhala el túnel, crean una atmósfera irreal, de cuento fantástico.
El segundo túnel se abre al vacío del acantilado. Bajo la bóveda, un espejo de agua refleja la orilla opuesta, en alusión al puente desaparecido. La pasarela continúa el recorrido hacia un lado, como un largo balcón sinuoso en voladizo, sobre el desfiladero. Ahora, a plena luz, emergen árboles más altos y, entre ellos, descubrimos una sucesión de relieves lejanos e inciertos que conforman un dosel para la exuberante vegetación sobre la que caminamos.

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