En 1977 Frank O. Gehry y Berta Isabel Aguilera compraron en Santa Mónica una casa con la intención de convertirla en su nuevo hogar. Ella quería conservarla y él se sentía incapaz de vivir en aquella anodina construcción. Sin recursos, Gehry diseño un proyecto con el que revertir el agotamiento emocional de la casa y desafiar la domesticidad del barrio. El resultado de la reforma indignó tanto al vecindario como fascinó a arquitectos y artistas: Gehry había envuelto la casa original con una estructura gamberra y desprejuiciada, de materiales baratos, que arrastraba el asfalto hasta la mismísima cocina y mostraba con descaro la solución que el arquitecto había imaginado: meter una casa dentro de otra y atender la conversación entre ambas. Estas páginas despliegan una breve historia de la casa, de lo que se ha dicho sobre ella y, fundamentalmente, de lo que no.