Diariamente llegan a la capital 1,4 millones de trabajadores desde los núcleos urbanos satélite que conforman un complejo sistema de flujos interconectados.
La aparición de nuevos modelos de movilidad eléctrica basados en la micromovilidad y el car sharing pretenden acabar con el status symbol del vehículo tradicional en propiedad.
Las previsiones de 5 millones de vehículos eléctricos en España para 2030 y la evolución hacia un modelo 100% eléctrico, compartido y no contaminante genera nuevas necesidades a las que dar respuesta desde la arquitectura.
Los vehículos no podrán ser recargados en la vía pública, los repostajes multiplicarán su duración y serán necesarias grandes estaciones de vehículos eléctricos.
Mediante tres estrategias, un foso, una pasarela y un cubo, se establecen las bases para la aparición de un nuevo arquetipo, la electrolinera como híbrido programático, que genere una red de nodos de movilidad por la ciudad permitiendo liberar el espacio de estacionamiento en la vía pública.
El aparcamiento dejará de ser un “no lugar” para convertirse en escenario de la vida cotidiana, un híbrido programático como prótesis urbana derivada de las necesidades del nuevo modelo de movilidad.
El prototipo ha de trabajar a escala de ciudad situándose en los hotspots o puntos calientes de movilidad para facilitar una alternativa no contaminante en la almendra central. Trabajará también a escala de barrio como contenedor híbrido para albergar programas complementarios que refuercen su implantación.
Finalmente será reconfigurable, diseñado como contenedor versátil para evitar su obsolescencia con futuros cambios en el modelo de movilidad.